Yo soy la del gorrito :))
See ya!
LoveToday
Yo soy la del gorrito :))
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Después de tres horas ya me puedo acostumbrar a lo que sea. No hay razones para dejarlo todo en el aire, pero tampoco hay intentos de escape, no he hecho muy bien mi plan; más bien, no hemos hecho muy bien el plan. He estado pensando en mi cuando realmente tengo compañeros. No estoy segura de cuan diferente puede ser esta situación para ellos, no sé si será igual que la mía, pero ya perdí todo el juicio de escapar. No hay señales. La cinta adhesiva esta lastimando mis muñecas, gracias a Dios no nos taparon la boca también. Empezaba a verlo todo en blanco y negro, tal vez una alteración de mi cerebro. Él entró. Camino lentamente, haciendo un círculo en el suelo, no vio a nadie. Todos, asustados como estaban, mantenían la mirada baja, pero yo no. Lo miré fijamente sin importar lo que pudiera pasar; ese era el punto, ya no me importaba nada. Recorrió el salón con la mirada y dio media vuelta, dispuesto a salir y yo cometí un gran error hasta ahora.
-¿Por qué lo haces? -dije esperando que mi voz sonará fuerte, sin miedo tal cual como pretendía sentirme, pero mi voz salió en un sollozo lastimero.
Dio media vuelta y camino directamente hacia mí, trague saliva por si acaso y se agacho en una rodilla para estar a la altura de mi cabeza ya que todos nos encontrábamos sentados en el suelo. Abrió la boca, habló.
-¿Nunca te has sentido sola? ¿Traicionada? ¿Cómo si todos te dieran la espalda?- preguntó con la voz rasposa. El pasa montañas no me dejaba verle la cara, solo unos bellos ojos tan claros que parecían del color del oro; unos ojos que me resultaron inquietantemente familiares.
Medité su pregunta un momento. Todos en algún momento de nuestras vidas nos sentimos así. Asentí y el puso la fría pistola debajo de mi barbilla; la elevó un poco y me miró a los ojos. Sentía el miedo correr por mis venas, cosa que no era nada sorprendente en la situación en la que estábamos. Me sentía paralizada, cohibida, pero me había hecho una pregunta y algo muy dentro de mí me decía que si no respondía no pasaría nada bueno.
-S…si- respondí con voz temblorosa.
Soltó una estruendosa risotada y todos los presentes nos encogimos como pudimos, en un patético intento de protegernos de cualquier cosa que él pudiera intentar hacernos. Su mirada se clavó en mí, estudiándome cuidadosamente.
-Entonces tú sabes cómo me siento, ¿no?- volvió a preguntar. Traté de ocultar mi rostro en mí hombro, pero tomó mi barbilla con suma brusquedad y me obligó a verlo a los ojos.- Eres valiente. Pero eso no te va a servir mucho hoy, ni a ti ni a tus “compañeros.”
Una señora mayor que iba con la que debía ser su nieta sollozaba por que la pequeña no podía dejar de llorar. La pequeña de rizos rubios, tenía el rostro coloreado de un rojo intenso y los ojos hinchados. Desvié mi mirada un poco hacia ella y el miedo que sentía fue rápidamente sustituido por una rabia tan fuerte que no sentía desde… hace mucho, me obligué a pensar, reacia a recordar ese momento. ¿Cómo alguien podía ser tan cruel para hacer algo así?
-¡Tú! ¡Si, tú! ¡El imbécil de la pistola!- gritó un chico de cabello negro y ojos tan verdes que hasta con la poca luz que había se podían apreciar.- ¡Por qué demonios haces esto! ¡No tenemos la culpa de que seas tan infeliz con tu vida que tengamos que pagarla nosotros!
-Ca…cállate.- respondió nuestro “secuestrador” entre temblores.
-¿Qué me harás si no me calló?- lo retó nuevamente el chico. Él, como lo llamaba en ese entonces, se alejó de mí y caminó tranquilamente hacia el chico. Cuando estuvo lo suficientemente cerca del chico, lo golpeó con el mango de la pistola en la cara, tan fuerte que a todos los que vimos nos dolió también. De su boca y de su nariz chorreaba sangre y miraba al suelo con los ojos llenos de odio; odio en su más puro estado.
-Eso te pasará…- respondió él.
-Ja. Buen truco. Eres un loco psicópata, por eso haces esto. Nosotros no tenemos la culpa de que tu mamá no te quisiera.- volvió a retar, pero esta vez, él no se detuvo.
Le apuntó con la pistola y todos volteamos la cabeza cuando presionó el gatillo. El fuerte estruendo de la bala saliendo y golpeando fue tan atemorizante que todos nos echamos a llorar. El chico de ojos verdes estaba libre y no tendría que soportar más este calvario. Nadie se atrevió a decir nada después de eso, ni siquiera yo. Giré un poco mi cabeza y él sujetaba la pistola con tanta tranquilidad como si no hubiera hecho nada tan horrible como matar a un chico. Mi mente no podía concebir a alguien tan monstruoso y repugnante como este sujeto. ¿Cómo alguien podía hacer algo así sin sentir ni siquiera una pisca de culpa?
Si momentos antes había pensado que mi rabia no podía llegar a más, estaba equivocada. Ahora sentía como si ardiera en llamas; fuego corriendo por mis venas destruyendo todo, solo dejando esta impotencia y frustración a su paso. ¿Acaso Dios nos odiaba tanto como para hacernos pasar por esto? ¿Ó era una simple prueba, como solía llamar mi mamá a los momentos más difíciles?
Cuando dio media vuelta y volvió a dirigirse hacia mí, cerré los ojos con fuerza para no verlo. El solo pensar en tenerlo cerca me daba asco; era repugnante. Se acuclilló frente a mí, suspiró e inició nuevamente la inspección.
-Cabello negro, ojos negros, tez clara, mejillas rosadas… bonita, muy bonita.- me dijo.
Por alguna razón, la forma en que me hablaba, y la forma en que me miraba me hacían sentir que yo era el blanco de su obra. Abrí un poco los ojos, lo mínimo, no quería verlo, pero algo me incitaba a hacerlo.
-Tu nombre es Andrea, pero todos te llaman Andy. Tienes 17 años. Tienes 1 hermano, Ethan, y 2 perros. Odias el verano, pero te encanta nadar. Tu color favorito es el verde y odias el rojo. – farfulló. Me paralicé. ¿Cómo o de dónde me conocía este sujeto?
Eso me puso los pelos de punta; el que el supiera todo eso de mí. Yo creía que no lo conocía; yo sabía que no lo conocía, pero debía admitir que había algo muy familiar en el. No sabía que era, pero no era como si quisiera saberlo tampoco.
-¿Cómo sabes eso?- pregunté, pero ignoró mi pregunta.
-De niña querías ser modelo, pero ahora que ya creciste te diste cuenta que eso no es lo que quieres ser en realidad. Tu más grande sueño es que quisieras poder volar y escapar de todo y de todos, para así poder ser tú misma.- siguió hablando.- Sin pretender ser quien no eres.
Parpadeé sorprendida. Eso era algo que solo le había contado a una persona… casi pude oír cómo se encendía un foco en mi cabeza.
-¿Ma… Mason?- pregunté dudosa. Algo en mí temblaba y no sabía que era.
Se quitó el pasamontañas y dejó al descubierto su rostro. Una gran y fea cicatriz adornaba su mejilla izquierda y su mirada estaba cargada de rencor y resentimiento. Todos los demás me miraron sorprendidos, como si de alguna forma yo fuera la culpable de lo que nos estaba pasando.
-Cuanto tiempo sin verte, Andy.- saludó, con una sonrisa torcida y a la vez espeluznante en los labios.
-¡Tú lo conoces!- acusó una chica que debía de tener mi edad.
-¡Cállate!- ordenó Mason, y al instante todos se ahorraron sus protestas; el terror fluía en el aire.
-¿Qué te pasó?- balbuceé como pude, paralizada por la impresión.
-¡Fue tú culpa!- me gritó.- Tú sabías que yo te quería, y no te importó. Traté de que me quisieras, pero no, la gran Andrea Miller no podía querer a alguien como yo, ¿cierto?
-Mason… yo….
-¡Nada! Pude haber sido todo lo que tú quisiste, pero fui muy poca cosa para ti, ¿no?- su voz se oyó más como un chillido que como un reclamo.- Ahora si me vas querer. ¿Qué no ves todo lo que estoy haciendo solo por ti, mi amor?
Se oía como un completo psicópata. Ahora si sabía lo que era el miedo. Esa sensación de no poder moverte, de olvidar quien eres completo y la imposibilidad de procesar un pensamiento coherente. No podía creer que alguien estuviera tan enfermo como para secuestrar, matar y aún así esperar que lo quisieran como si todo fuera una travesura de un niño pequeño.
-¡¿Hacer qué, Mason!?- cuestioné; las lágrimas se desbordaban de mis mejillas, ante semejante criatura.- ¡Mataste a un chico! ¡La pequeña de allá no para de llorar del miedo! ¡Esta maldita cinta con la que nos amarraste las manos nos está carcomiendo las muñecas!
-¿Qué no entiendes que solo quiero que me ames?- repitió, la confusión en sus facciones.
Nadie podía hablar. Todos permanecían callados mirando la escena que se estaba desarrollando frente a ellos. Ni yo podía entender como era que estaba respondiendo todas sus preguntas.
Acercó su mano a mi rostro y acarició mi mejilla, pero me sacudí violentamente. No lo quería cerca. La ira descompuso sus facciones y su expresión se ensombreció. Trató de acercarse una vez más y le escupí a la cara, deseando con todas mis fuerzas que tal vez de esa forma comprendiera que no lo quería, y después de lo que había hecho, nunca lo haría. Pero me golpeó con el mango de la pistola, tal y como había hecho con el chico al que había matado. Caí sobre mi mejilla y escupí la sangre que comenzaba a llenar mi boca.
-¿Y así planeas que te quieran? ¿Estás tan enfermo que crees que esto es amor?- recriminé. Pequeños temblores lo empezaron a envolver y presionó sus labios en un intento de calmarse.- Eres pa-té-ti-co.
Elevó su mano para golpearme otra vez, pero se detuvo. Se lo pensó mejor. Todos vimos las luces rojas y azules fuera, y oímos las patrullas de policía afuera; eso se oía como el canto de los ángeles. Lo llamaron y Mason se limitó a reír.
-Idiotas.- murmuró.- Creen que saldré a que me atrapen.
-¡SALGA CON LAS MANOS EN LA CABEZA!- dijo un oficial por lo que debía ser un altavoz.
Algunas personas suspiraron llenas de alivio de que al fin alguien fuera a intentar ayudarnos, pero cuando Mason disparó al techo, todo eso desapareció. Pedazos de escombró cayeron sobre nosotros y el aire se llenó de cal, y se oyó como la bala se compactó contra una viga del techo. El dueño de la librería empezó a rezar; el señor de edad avanzada, parecía estar llorando mientras rogaba por ayuda. No fue el único, se oyeron los murmullos de todos, cerrando los ojos y pidiendo que los ayudaran.
-Quieras o no, serás mía.- amenazó.
-¡Primero muerta!- le grité.
-Tus deseos son órdenes.- accedió Mason.
De pronto, solo oímos un disparo y sentí la sangre salpicar mi ropa…
Si, Ellen Degeneres vipo su video y lo invitó a su show ;)
P.D: I'm Team Greyson :D